miércoles, 28 de agosto de 2013


El aprendizaje basado en metas. Una teoría del aprendizaje para transformar la práctica educativa.

 

Autores como Schank, Rogoff, Gardner, proponen que los alumnos aprendan a través de la involucración en actividades socialmente relevantes, para que el conocimiento adquirido quede firmemente ligado a una actividad específica y   pueda ser utilizado posteriormente. Este aprendizaje está dirigido a metas muy específicas, por lo que el alumno, al tratar de lograrlas, necesitará desarrollar habilidades y adquirir conocimientos  que aprenderá con mayor facilidad y sin sentirlo como una carga

 

El método pedagógico en la mayoría de las escuelas es la repetición de datos hasta su memorización momentánea y  repetición de procedimientos hasta su mecanización.

Las prácticas educativas actuales tienen razones históricas más que pedagógicas; en ocasiones los maestros se limitan a traducir para los alumnos lo que está escrito en los textos a un lenguaje oral y a dictarles resúmenes y cuestionarios para que los memoricen para el examen. Este método, que se justificaba cuando los libros eran escasos, no tiene razón de ser cuando cada niño cuenta con los textos sobre los cuales debe trabajar. Se suele imponer a los alumnos la pesada carga de estar cuatro  horas diarias atendiendo el discurso del maestro y llenando cuadernos de trabajo, además de que se les deja trabajo adicional sin importancia  para una hora o dos en casa

            En la escuela no sólo enseñan datos para memorizar, sino también habilidades que quizá el alumno nunca utilice. Estas actividades se enseñan al margen de cualquier utilidad práctica, y se espera que mediante la repetición de ejercicios los alumnos lleguen a dominar ciertos  procedimientos.

El modelo tradicional del funcionamiento de la memoria humana se comprende mejor analogándola con una bodega. El conocimiento es como un conjunto de objetos que se guardan ahí para tomarlos cuando los necesitemos. Esta concepción de memoria iría acorde con la repetición de datos como medio de almacenamiento, y asumiría que, dado que los datos están guardados, pueden ser recordados en cualquier momento.

Schank (1982) considera que la memoria consiste en un conjunto de estructuras de conocimiento que determinan qué nueva información vale la pena integrar y que son responsables del procesamiento de cualquier dato nuevo.

 

De manera tradicional el conocimiento es como un conjunto de objetos que se guardan ahí para tomarlos cuando los necesitemos; con la repetición de datos como medio de almacenamiento, mientras que,  la memoria dinámica consiste en un conjunto de estructuras de conocimientos que determinan qué nueva información vale la pena integrar y que son responsables del procedimiento de cualquier dato nuevo.


En la memoria reside el conocimiento, se procesó el conocimiento cambiando dinámicamente lo que sabemos al procesar nueva información. El pensamiento depende de nuestra habilidad para generalizar y unir nuestros conocimientos con recuerdos previos. La comprensión de asuntos complejos no viene de la memorización, sino de la discusión, la imaginación, la manipulación, y en general, de pensarlos.

Formular preguntas nos lleva a pensar más profundamente sobre nuestras experiencias y, con esto, a elaborar índices más detallados. Entre más detallados sean estos índices, seremos más capaces para utilizar el conocimiento adquirido en un contexto diferente.

O’Keefe y Nadel, citados por Cane (1997), hacen una distinción importante entre dos tipos de memoria: la memoria taxonómica y la memoria escénica. La memoria taxonómica puede recordar listados de datos que nos esforzamos en grabar en nuestra mente a través de la repetición o de algún recurso mnemotécnico, por su parte, la memoria escénica es espacial/autobiográfica, no requiere repeticiones y permite el recuerdo instantáneo de experiencias podemos recordar con quiénes estuvimos, qué cenamos, sobre qué tema conversamos. Este tipo de memoria siempre está funcionando, no se cansa y se motiva por la novedad.

La memorización no funciona muy bien, como lo señala Gardner en The Unschooled Mind (1991). Según este autor, con frecuencia ignoramos el conocimiento que memorizamos en las clases y nos basamos más en el conocimiento que adquirimos de manera incidental, es decir, en el conocimiento adquirido de nuestras experiencias cotidianas. Este conocimiento con frecuencia está equivocado, pero es el que nos viene a la mente.

           Hay numerosos estudios que indican que lo que los alumnos aprenden debe tener significado para ellos. Sin embargo, las escuelas insisten en la memorización de principios y datos que se enseñan al margen de su utilización. Cuando los alumnos aprenden en contextos significativos, pueden transferir el conocimiento aprendido en un dominio a otro. Cuando en las actividades de aprendizaje se utiliza lo que a los alumnos les interesa, éstos establecen índices mentales relacionando su conocimiento anterior con el nuevo, permitiendo que funcione de manera natural el razonamiento basado en los casos que conocen.

Se  creer que el trabajo intelectual típicamente ocurre en aislamiento, pero aun en caos en que el individuo parece estar trabajando casi solo, realmente está utilizando las lecciones y habilidades que fueron adquiridas en un ambiente distribuido (con papás, maestros, compañeros) y que han sido internalizadas y automatizadas.

Algunas de las cosas que desearíamos que supieran los adultos y que, por lo tanto, quisiéramos que aprendieran los niños son habilidades, casos y procesos. Los procesos son habilidades de alto nivel, son especialmente importantes, tienden a tener una naturaleza muy abstracta; por su complejidad el sistema escolar sólo puede perseguir con éxito algunos procesos de manera proactiva y por eso se deben elegir los verdaderamente importantes. Los procesos deben enseñarse de manera indirecta, es decir, deben estar incluidos en escenarios que estén dirigidos principalmente a enseñar habilidades y casos en este orden,  Schank (1995) propone como los procesos más importantes  la comunicación y relaciones humanas y razonamiento.

Como alternativa a la recitación o  repetición de datos para memorizarlos, los psicólogos educativos han mostrado la valía de hacer que los niños participen en tareas auténticas, actividades que les interesen, en las que comprendan su relevancia y que de manera activa los involucren. Esta manera de ver las cosas está relacionado con el trabajo de Piaget, Bruner y Resnick, quienes afirman que la inteligencia es construida activamente por el que aprende  que construye sobre su conocimiento previo al perseguir metas. El aprendizaje que ocurre fuera de las escuelas siempre incluye actividades auténticas, con metas reales y retos reales que los niños quieren enfrentar.

Los niños pueden retener la información,  cuando  se relacionan con metas que  tienen y cuando el material se construye sobre algo que ya conoce y que les interesa. Todos los niños tienen los antecedentes para aprender sobre los deportes, porque cada niño los ha jugado y ha hecho generalizaciones que capturan parte de su naturaleza abstracta. Quieren aprender más porque comprenden el uso potencial de ese conocimiento en una conversación con un amigo, en algún  intercambio o en un equipo fantaseado.

Diversos autores como Schank, Rogoff, Gardner, etc., proponen que los alumnos aprendan a través de la involucración en actividades socialmente relevantes, para que el conocimiento adquirido quede firmemente ligado a una actividad específica y  por lo tanto, pueda ser utilizado posteriormente. Este tipo de aprendizaje está dirigido a metas muy específicas, por lo que el alumno al tratar de lograrlas, necesitará desarrollar habilidades y adquirir conocimientos que aprenderá con mayor facilidad y sin sentirlo como una carga. Este tipo de enseñanza hace uso de la teoría del aprendizaje que de manera resumida se ha presentado.

Los tipos de metas que  propone Marzano (1992)  son, el desarrollo de proyectos que tengan como meta tomar una decisión, investigar un evento, diseñar un experimento, inventar o resolver problemas, en este orden la mayor parte del pensamiento que se requiere fuera de la escuela está ligada a tareas específicas o metas, ya sea para manejar un negocio, hacer un presupuesto, planear las vacaciones.

            Edelson (1997) dice que las actividades auténticas son la clave para desarrollar la comprensión que servirá a los aprendices más allá del salón de clases, pues es la única manera de entender el significado y el propósito de las actividades.

                Las actividades auténticas son actividades escolares que tienen aplicación en el mundo real. Tales actividades se parecen mucho a las que se hacen en escenarios no escolares (como la casa, una organización, el trabajo) y requieren que el alumno aplique una amplia variedad de conocimiento y habilidades. Estas  actividades incluyen múltiples disciplinas y representan un reto por su complejidad. Por lo general, las habilidades de pensamiento de orden superior  como la comprensión, el diseño, el análisis y la resolución de problemas  son componentes importantes en estas actividades.

En las escuelas, por lo general, se diseñan experimentos que quitan toda incertidumbre y ayudan muy poco a obtener el compromiso en los alumnos además de dar poca importancia a la interacción social. Cuando todos los contenidos son impuestos desde el exterior, se elimina la motivación del niño por aprender. En lugar de hacer que el niño se interese por un personaje, les  decimos lo que tiene que saber ese personaje  para el examen. Por lo tanto  hacer uso del aprendizaje natural significa encontrar maneras para que el alumno quiera saber lo que usted quiere que sepa.

El aprendizaje dirigido a metas es una de las opciones que mejor aplican el conocimiento de cómo aprendemos los seres humanos; sin embargo, como lo señala Gardner (1993), sería un error considerar al aprendizaje a través de proyectos como una solución  para todos los males de la educación. Algunas cosas necesitan ser enseñadas a través de la memorización o a través de un algoritmo. También tendríamos que señalar que, mal aplicado el aprendizaje dirigido a metas, podría servir de pretexto para perder el tiempo y para ocultar deficiencias en la comprensión del contenido esencial de una disciplina.

En ocasiones, los profesores creerían que los alumnos podrían  generar proyectos y metas importantes por su cuenta, y al dejarlos que diseñen solos los proyectos, éstos terminan siendo elaborados por los padres o son pálidas imitaciones de proyectos que otros hicieron y que ellos observaron. Si los alumnos van a conceptualizar, realizar y presentar sus proyectos de manera eficaz, necesitan ser guiados a través del andamiaje de las varias fases y aspectos de esta actividad (Gardner, 1993).

Aplicado de una manera correcta, el aprendizaje dirigido a metas da  oportunidad a que  el alumno maneje y aplique conocimientos previamente estudiados: aplica sus habilidades, comunica sus aprendizajes, aprende del conocimiento y las habilidades de los demás, regula su comportamiento en el trabajo en grupo y encuentra sentido en las materias que estudia.

La educación debe tener un propósito pragmático. La educación debe  dedicarse a ayudar a los alumnos a desarrollar habilidades para hacer cosas útiles. Lo que es importante de aprender es lo que le ayude a los alumnos a hacer las cosas que desean o las que puedan ser inducidos a querer hacer. Por lo tanto, detallar el conocimiento que los alumnos necesitan implica primero detallar las cosas que los alumnos deben saber hacer, y luego explicar qué conocimiento será útil en cada caso.

 

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