Universiad Católica Tecnológica del Cibao
(UCATECI)
Maestría en Gestión
Académica
Asignatura: Práctica
Docente Universitaria
Ensayo sobre la
competencia del profesor universitario.
Conductor: ETANISLAO DE
LA CRUZ Msc
Participante: Dennia Cabral Bueno 2012-4035.
INTRODUCCION
Son
muchos los estudios que se han realizado referentes a la competencia del
profesor universitario y la forma de desarrollar practicas docentes eficaces.
Algunos indicadores y factores examinados para determinar la eficacia
docente son: las características
psicológicas, cantidad y calidad de actividades académicas, calidad en la
organización de clases clima durante la clase etc.
Según
resultados de estudios realizados las características contenidas en una
docencia eficaz son: el dominio de la
materia, el modo en que el profesor organiza el curso y cada una de las clases,
la comunicación con los alumnos, el entusiasmo o motivación del profesor y las altas
expectativas sobre los estudiantes, entre otras, por lo que sin duda todas
ellas son características deseables y favorecedoras de una enseñanza de
calidad, capacidad para percibir las condiciones en las que
se desenvuelven sus estudiantes y reaccionar ante ellas.
Ávalos,
Vaillant o Burnett , identifican algunas de las características de los docentes
eficaces , estas son : compromiso con la labor docentes, amor por niños y
adolescentes, conocimientos pedagógicos adecuados, so de diferentes modelos de
enseñanza, colaboración con colegas, capacidad para reflexionar sobre su
práctica, con habilidades intelectuales y competencias didácticas.
Todos los
docentes deben desarrollar estas características para que sus clases se
conviertan en prácticas educativas eficaces y por ende se produzca aprendizajes
significativos.
LA COMPETENCIA DEL PROFESOR UNIVERSITARIO.
Consideramos que el término competencia
profesional se centra en la posibilidad de activar en un contexto laboral
específico, los saberes que pueda poseer un individuo para resolver óptimamente
situaciones propias de su rol, función o perfil laboral.
La competencia ha sido definida como un conjunto de conocimientos,
saber hacer, habilidades y aptitudes
que permiten a los profesionales desempeñar y
desarrollar roles de trabajo en los niveles requeridos para el empleo.
Echeverría (2002) nos indica que para
desempeñar eficientemente una profesión “es
necesario saber los conocimientos
requeridos por la misma” (componente técnico) y, a su vez, “un ejercicio eficaz de estos se necesita un
saber hacer” (componente metodológico), siendo cada vez más
imprescindible e importante en este contexto laboral en constante evolución “saber ser” (componente personal) y “saber estar” (componente
participativo).
En
el siglo XXI se considera necesario, o al menos se proyecta así desde diversas
ópticas, que toda institución educativa (desde la que se encarga de la etapa
más temprana hasta la que organiza la formación permanente, como instituciones
“que tienen la función de educar”) y la profesión docente (entendida como algo
más que la suma del profesorado que se dedica a esa tarea dentro de esas
instituciones) deben cambiar radicalmente, deben convertirse en algo
verdaderamente diferente, adecuado a los cambios vertiginosos que han sacudido
el siglo XXI.
Desde
mucho tiempo se habla de impartir la
docencia de forma que produzca aprendizajes significativos .En el ámbito de la
investigación educativa se ha realizado un sinnúmero de estudios en torno a la enseñanza de calidad y un aspecto importante
en este tema es el desempeño docente, ya que el mismo es la persona en quien se concreta la
ejecución de los objetivos formativos previstos en toda institución educativa
por estar relacionada directamente con el estudiante.
Según “Gabriel René GRM Moreno” El docente
universitario debe de tener un Perfil
cultural, Perfil Didáctico, Perfil Científico –Técnico,
La tarea
docente es multidimensional, hay factores que se pueden medir y factores que no
se pueden medir, por lo que sería equivocado
concluir que a través de un cuestionario están suficientemente
identificados los aspectos cognitivos y afectivos que se ponen en juego en el
proceso enseñanza y aprendizaje.
Para
mejorar la práctica docente es fundamental considerar los resultados de investigaciones científicas si queremos
mejorarla, sin olvidar que existen otros factores no considerados en dichos
estudios de carácter cuantitativo que no logran agotar la complejidad del
proceso pedagógico, como la relación profesor – alumno y todos aquellos aspectos
vinculados particularmente a la dimensión afectiva de la enseñanza que
potencian enormemente el aprendizaje.
Los
profesores no dejan de sentirse preocupados por estas variables, que pueden
distorsionar la valoración que hacen los estudiantes de su competencia docente
universitaria. Normalmente este tipo de valoración se orienta a la estimación
del nivel de calidad de la enseñanza universitaria, a fin de contribuir
progresivamente a su mejora. Sin embargo, como señalan Scriven (1995) y Marsh
(2001), el estudiante es una parte de la evaluación, pero sus juicios no deben
ser los únicos para valorar al profesor, debido principalmente a que son
necesarios diversos criterios para acercarnos de manera adecuada a la
estimación de un proceso tan complicado como lo es la docencia universitaria.
Su opinión no puede ser la única vía de información recogida para tomar
decisiones laborales o que puedan afectar a la estabilidad del docente.
Villa y
Morales (1993) consideran que este tipo de evaluación tiene muchos adversarios,
contradicciones y no pocas objeciones en cuanto a su validez y fiabilidad. Pero
Abrami, d’Apollonia y Cohen (1990) sostienen que las evaluaciones de los
alumnos son válidas en cuanto reflejan su satisfacción con la enseñanza que
reciben y, en este sentido no puede criticarse su validez.
Lo que
se trata de demostrar es que no sólo reflejan la satisfacción de los alumnos,
sino que están relacionadas con la eficacia de la instrucción.
Álvarez
(1999) manifiesta que el problema de la validez de las opiniones de los
estudiantes en la evaluación de la docencia podría estar relacionado con la
mejora del aprendizaje. La clave, en este caso, es poder determinar en qué
medida los estudiantes son capaces de percibir mejoras en su aprendizaje como
resultado de una práctica docente adecuada. En consecuencia entendemos, que la
evaluación de los estudiantes tendrá sentido, en la medida en que la propia
institución universitaria en su conjunto, o los departamentos en su
especifidad, sean capaces de utilizar provechosamente la información que se
desprende de estas evaluaciones.
Los
profesores son responsables, entre otras cosas, de introducir cambios y matices
que modulan el clima del aula, la calidad del trabajo y la orientación de los
aprendizajes de los estudiantes. En sus manos, actitudes y aptitudes, descansa
gran parte del éxito de las políticas educativas, estrategias, planes,
programas y otros elementos más. Darling-Hammond (2000) afirma que las
instituciones ejercen una pequeña influencia en el rendimiento de los
estudiantes, pero gran parte de esa diferencia sustancial es atribuida a sus
profesores. Ellos son los encargados de absorber y generar una visión del mundo
que les rodea. Introducción y justificación.
En este
mismo orden las nuevas tecnologías y los
constantes cambios ejercen presión al docente para mejorar y trasformar su
docencia. Al respecto, existen muchos caminos y a nuestro juicio, uno de los
más eficaces es el que se deriva del conocimiento producido por la reflexión
sistemática y rigurosa sobre su ejercicio profesional. Una evaluación
sistemática sobre el docente, elabora un aprendizaje destinado no tanto a
producir información para el almacenamiento en anaqueles, cuanto a la
comprensión que perfeccione a los profesionales. El profesorado tiene que
vincularse con una fuerte reflexión que debe focalizar su atención en los
procesos de enseñanza y aprendizaje.
El
objetivo básico, apunta Tejedor (1990), es conseguir una utilidad efectiva del
conjunto del proceso como recurso de perfeccionamiento docente haciendo buenos
los propósitos de la evaluación formativa. La información que se recoge debe
servir, en primer lugar, para poner en marcha un mecanismo formativo de
retroalimentación que ayude al profesor a reflexionar, contribuyendo así, a
mejorar la calidad de la enseñanza universitaria.
Sólo
posteriormente, y una vez ampliadas las fuentes de información en el desarrollo
de un programa de evaluación de la competencia docente, se podría pensar en
otros criterios de evaluación. Fundamentalmente, la evaluación de la
competencia docente se ha estructurado alrededor de los tres componentes
básicos de su acción: investigación, docencia y relaciones con la comunidad.
Alrededor de estos tres elementos se han desarrollado diferentes formas de
evaluación que van desde la selección de indicadores (número de publicaciones,
cantidad de investigaciones inscritas y participación en seminarios
científicos) hasta la autoevaluación, la evaluación por pares, el portafolio y
los estudiantes. Cada uno de estos agentes cuenta con diferentes criterios y
formas para recopilar la información pertinente, sin embargo, la más utilizada
es el cuestionario de opinión del estudiante.
Hablar
de las competencias que un docente debe desarrollar es un tema novedoso, sin embargo, caracterizarlas,
nos ayuda a orientar nuestra función hacia la formación integral del alumnado y
al logro de la calidad en la educación.
García
ramos (1997:384) hace una síntesis de
las dimensiones de las competencia del profesor universitarios extraída de
diversas investigaciones.
Dominio
de la asignatura (condición necesaria, aunque no suficiente para una docencia
de calidad.
Didáctico-
técnica: programación-organización, evaluación y uso de recursos
didácticos-metodológicos que favorecen la claridad de la exposición y
desarrollo de la materia. Comunicación con los alumnos, aspecto relacionado con
lo anterior, pero con el énfasis puesto en la consecución de una adecuada
comunicación con el alumno, a nivel individual, personal. Un adecuado clima de
relación profesor – alumno.
Personal
– motivacional: factor sin duda relacionado con el anterior y que influye
enormemente en la claridad expositiva, es el componente personal de entusiasmo
y motivación que el profesor transmite al alumno en su docencia.
Según
Villa y Morales (1993), el trabajo del profesor engloba distintas dimensiones,
vividas desde situaciones y momentos diversos del trabajo docente: cualidades
personales, competencias docentes(comunicación con los estudiantes,
organización y conocimiento de la materia, reflexión en el ámbito docente,
relaciones interpersonales con los estudiantes, evaluación de la enseñanza.
además), otras dimensiones son la actuación del docente en el aula,
experiencias de aprendizaje de los alumnos y el resultado de aprendizaje.
Otros autores como Zabalza Miguel resumen las
competencias del profesor universitario en 10 dimensiones como son:
Planificar el proceso de enseñanza-aprendizaje: La
capacidad de planificar constituye el primer gran ámbito competencial del docente, diseñar y/o
desarrollar el programa de la asignatura
es una tarea compleja, implica; tomar en
cuenta los contenidos básicos de nuestra
disciplina, el marco curricular en que se enmarca la disciplina,
nuestra propia visión de la disciplina y su didáctica, las características de nuestros alumnos y
los recursos disponibles.
Seleccionar y preparar los contenidos disciplinares:
seleccionar buenos contenidos significa escoger los más importantes de ese ámbito disciplinar, acomodarlos a las
necesidades formativas de los estudiantes, adecuarlos a las condiciones de
tiempo y de recursos con que contamos, y
organizarlos de tal manera que sean
realmente accesibles a nuestros estudiantes y que les abran puertas a
aprendizajes post-universitarios. La importancia de los contenidos no se deriva
sólo de sus cualidades intrínsecas sino que está igualmente vinculada a su
presentación didáctica.
Muchos
profesores piensan que en la enseñanza lo importante son los contenidos y que
la forma de enseñarlos se aprende con la práctica, otros consideran que lo
importante es la metodología, clases
atractivas y llevaderas, que los alumnos hablen, discutan entre sí, hagan trabajos porque los
contenidos son lo menos importante, pues
ya tendrían tiempo de ampliarlos cuando acaben su carrera.
Según Zabalza
Miguel ambas
posturas son erróneas, la formación universitaria debe ser de alto nivel y debe
dejar bien sentadas las bases para los futuros aprendizajes. Eso sólo se logra
con una adecuada selección de contenidos, que habrán de ser, en todo caso
amplios y suficientes para garantizar la
formación de profesionales actualizados y de alto nivel.
Ofrecer información y explicaciones comprensibles y
bien organizadas (competencia comunicativa): Los
conocimientos previos de los alumnos y su capacidad para operar con ellos
constituye un elemento clave en esta fase del proceso. Cuando todo ha salido
bien, el alumno llegará a identificar la idea
que su profesor ha querido transmitirle. Obviamente esa idea o
conocimiento puede estar más próxima o alejada del original, según haya sido la
calidad del proceso de comunicación.
Manejo de las nuevas tecnologías: Las nuevas
tecnologías se han convertido en una herramienta insustituible
y de indiscutible valor y efectividad en el manejo de las informaciones con propósitos didácticos.
A los profesores ya no nos vale con ser buenos manejadores de libros. Las fuentes de información y los mecanismos para
distribuirlas se han informatizado y resulta difícil poder concebir un proceso
didáctico en la Universidad sin considerar esta competencia docente.
La
incorporación de las nuevas tecnologías deberían constituir una nueva oportunidad para transformar la
docencia universitaria, para hacer posible nuevas modalidades de
enseñanza-aprendizaje , sobre todo la
enseñanza a distancia o semipresencial, pero requieren igualmente de nuevas competencias en
profesores (a parte del dominio de las técnicas didácticas genéricas) nuevas
competencias tanto en la preparación de
la información y las guías del aprendizaje como en el mantenimiento de una relación tutorial a través de la red.
Comunicarse-relacionarse con los alumnos: Esta es una
competencia transversal puesto que las relaciones interpersonales constituyen
un componente básico de las diferentes competencias. “El proceso
enseñar-aprender es una transacción humana que une al maestro, al estudiante y al grupo en un
conjunto de interacciones dinámicas que
sirven de marco a un aprendizaje entendido como cambio que se incorpora al
proyecto vital de cada individuo. El objetivo básico de la educación es el
cambio y crecimiento maduración del
individuo; esto es, una meta más profunda y compleja que el mero crecimiento
Intelectual” Bradfor (1973).
Diseñar la metodología y organizar las actividades. En
esta competencia podemos integrar las diversas tomas de decisiones de los
profesores para gestionar el desarrollo de las actividades docentes. Bajo la
denominación de metodología se puede
encuadrar un conjunto muy dispar de actuaciones que van desde la organización de los espacios hasta la
formación de grupos o el desarrollo de seminarios prácticos.
Algunos contenidos fundamentales de esta competencia
docente son:
a)
Organización de los espacio
b) La
selección del método
c) Selección
y desarrollo de las tareas instructivas
El objetivo
básico de la educación es el cambio y crecimiento o maduración del individuo; esto es, una meta
más profunda y compleja que el mero crecimiento Intelectual” Bradfor (1973).
Tutorizar:
Esta competencia forma parte sustancial del perfil profesional del docente universitario. Resulta muy importante
rescatarlo, pues su sentido y proyección práctica están en la actualidad en
entredicho.
Estamos ante una palabra de gran actualidad y
de uso habitual muchos contextos. “Defensor, guía protector” son
algunas de acepciones que se le
atribuyen y tiene algo de las tres: es el
profesor que guía desde cerca el desarrollo personal y la formación del
estudiante; es la persona fuerte y experimentada que defiende al tutorando de la novedad y las incertidumbres
del inicio de cualquier proceso profesional; es el orientador técnicamente
competente capaz de guiar por los vericuetos del ejercicio profesional al que
el tutorando se incorpora; y es la persona prudente y amiga que, llegado el
caso, sabrá también defenderla de las presiones y conflictos a los que su propia inexperiencia
le podría conducir con excesiva facilidad.
Evaluar: La presencia
de la evaluación en los sistemas formativos universitarios es imprescindible.
Constituye la parte de nuestra actividad
docente que tiene más fuerte repercusión sobre los alumnos.
La Naturaleza y sentido de la evaluación en la
Universidad se puede decir que la evaluación es una parte sustantiva y
necesaria del proceso formativo puede
parecer una obviedad.
La evaluación forma parte del currículo
universitario. Es decir, forma parte del proyecto formativo que cada Facultad
desarrolla. La formación que la Universidad ofrece posee algunas
características particulares que la diferencian de la formación que se ofrece
en otros centros formativos. La principal de ellas es su carácter netamente
profesionalizador y de acreditación. Se supone que, en cierto sentido, la
Universidad garantiza que los alumnos que superan los estudios completan su
formación o cuando menos alcanzan el nivel suficiente como para poder ejercer
la profesión correspondiente a los estudios realizados.
Esta
cualidad acreditadora está siendo relativizada en los últimos años. Cada vez
son más las carreras que no habilitan para el ejercicio de la profesión. Nuevos
tramos de formación y/o de certificación, generalmente supervisada por los correspondientes cuerpos profesionales o por
el Estado, se añaden a los estudios
universitarios. Quienes acaban sus carreras han de transitar aún por cursos de
especialización o han de realizar diversas pruebas y oposiciones para poder
alcanzar la acreditación suficiente para el ejercicio de la profesión. Pero, en
todo caso, estas nuevas condiciones no restan identidad ni capacidad de
legitimación profesional a los estudios certificados por la Universidad.
Reflexionar
e investigar sobre la enseñanza: En muchas ocasiones se ha resaltado la
disonancia existente entre investigación
y docencia en la enseñanza universitaria. Muchos docentes aluden a estas dos
presiones como la causa de numerosos desequilibrios profesionales (en la
configuración de la propia identidad, en
el progreso en la carrera docente, en la distribución de tiempos y esfuerzos laborales, etc.).
Identificarse
con la institución y trabajar en equipo: Es fácil señalar que la capacidad de
trabajar en equipo es un componente
básico de la profesionalidad docente y la mejor
receta para contrarrestar el individualismo. Más difícil resulta especificar
cuáles son los contenidos de esa competencia y cómo se consigue incorporarla a
la cultura de la institución. Ferrer (1988) señalaba que: «El desarrollo del
equipo presupone la existencia de una tendencia a la apertura en las comunicaciones entre los
miembros del grupo y a la cooperación,
la cual presupone a la vez: que cada miembro tenga conocimiento suficiente de
los papeles que desempeñan los demás miembros del grupo, que todos estén capacitados para solucionar
problemas y tomar decisiones, que entre ellos se dé una cultura similar, que
tengan la habilidad de dar y tomar feedback» .
Zabalza Miguel A. “Competencias docente
Otros estudios que se han hecho Hace varias décadas y
que los investigadores intentan desentrañar los rasgos que caracterizan
a los docentes universitarios que
demuestran una alta efectividad en su desempeño. Estudios realizados por
Ávalos, Vaillant o Burnett entre otros, identifican algunas de las
características de los docentes eficaces:
Compromiso
con la labor docente.
Amor por los
estudiantes
Conocimientos
pedagógicos adecuados.
Uso de
diferentes modelos de enseñanza.
Colaboración
con colegas.
Capacidad
para reflexionar sobre su práctica.
Con habilidades intelectuales y competencias
didácticas
Weeda
(1986), citado por Gonzales Galán (2004:93), obtuvo una serie de variables que
también muestran una relación fuerte con la enseñanza eficaz:
Claridad:
adaptarse al nivel cognitivo de los alumnos.
Flexibilidad:
variar la forma de enseñar
Entusiasmo:
motivación
Dirigir las
tareas para que sean realizadas
Critica
positiva
Actividad
indirecta: ocuparse de las ideas y sentimientos de los alumnos
Hacer
consientes a los alumnos del material de aprendizaje estableciendo una
correspondencia entre lo que se enseña y lo que se pregunta en los exámenes.
Utilizar
comentarios estimulantes para la enseñanza, como explicar características del
material del curso, indicar el comienzo y el final de una lección o resumir un
debate.
Variar el
nivel cognitivo de las preguntas y la interacción
CONCLUSION
Es importante decir que la
formación del docente universitario debe
responder a las nuevas realidades educativas que emergen como consecuencia de
la aceleración del cambio social. Por ello, es necesario poseer una sólida
formación y es indispensable disponer de
ciertas competencias que permitan resolver el quehacer docente.
Es importante que el docente
desarrolle competencias tales como: Organizar y dirigir situaciones de
aprendizaje, administrar la progresión de los aprendizajes, concebir y hacer
evolucionar los dispositivos de diferenciación, envolver a los alumnos en sus
aprendizajes y en su trabajo, trabajar en equipo, participar en la
administración de la escuela Informar y envolver a los pares, utilizar nuevas
tecnologías, enfrentar los deberes y los dilemas éticos de la profesión,
administrar su propia formación continua.
Por su parte la enseñanza eficaz podría
definirse como la cualidad para proveer el máximo de oportunidades de
aprendizaje a los alumnos (Westwood, 1998). Los profesores que son más eficaces
invierten más tiempo en métodos activos de enseñanza y técnicas de observación
que en la instrucción habitual
En el informe McKinsey se afirma que
unos de los factores que influyen en que se den diferencias tan
significativas en educación en distintos países es el docente. Esto es
confirmado cuando en países como Finlandia y Corea del Sur, se sostienen que la clave para la educación y su
desarrollo son los maestros, en países como estos los estudiantes con mejores
índices son los seleccionados para ser docentes, además que muchos quieren
dedicarse a esta profesión pero no todos pueden entrar.
(Behets, 1997). Giovanelli (2003) apunta
que “la investigación en este área carece de un claro consenso acerca de las
cualidades profesionales requeridas”.
Pero
existen ciertos comportamientos que se han estudiado repetidamente en la
literatura como son el manejo y gestión de la clase, la actitud docente, la
organización y las explicaciones docentes (Giovanelli, 2003, p.295).
En este sentido existe un conjunto de características que nos hablan de aquello
que promueve la eficacia docente en las aulas y que son fáciles de desarrollar y
poner en práctica.
BIBLIOGRAFIA
Revista
de la universidad de México No. 7 septiembre 2004
Humanidades El Perfil y las
Funciones del Docente Universitario Autor: Lic. Guillermo Mico Fecha: 6 de
Marzo del 2012 Santa Cruz – Bolivia 2012
http://biblioteca.ucm.es/tesis/edu/ucm-t26870.pdf
http://www.monografias.com/trabajos92/maestro-eficaz-y-eficiente/maestro-eficaz-y-eficiente.shtml
Zabalza Miguel A. “Competencias
docentes del profesorado universitaria.
Calidad y desarrollo profesional”. Narcea, España 2003
Saludos Denia he visto tu trabajo, mas adelante lo evaluaré.
ResponderBorrarAbrazos